CRISIS DE LOS 40
Generalmente uno va
por la vida tratando de pasarla lo mejor posible, realizando las cosas que a
uno le gustan y tratando de realizarse personal, laboral y espiritualmente. Uno
busca un buen trabajo, una buena familia, amigos con quienes pasar ratos
agradables, contar con los recursos económicos que permitan disfrutar la
existencia.
Y de repente, tras,
que estás en la crisis de los 40. Quieres ser algo más, o mejor dicho, quieres
ser lo que eras unos años atrás, pero con todo lo confortable que te has
forjado tu vida actual.
La llamada “Crisis de
los 40” no necesariamente llega al cumplir las cuatro décadas de edad, puede
ser antes o puede ser después, pero si presenta determinados signos inequívocos
que nos ponen en el entredicho de vivirla.
El síntoma más claro
es que pretendemos ser, vernos y sentirnos más jóvenes. Tener aquellas
experiencias que no tuvimos 20 años atrás, vernos guapos y ser físicamente
atractivos para el sexo opuesto, ser libres, poder viajar, comer, aventurarnos
como todos unos chamacos, sin cargas ni responsabilidades.
Hasta hace unos
minutos yo me sentía todo un jovenzuelo. Hasta que me pidieron escribir esta
colaboración y pensé: “porqué me piden esto, yo todavía no llego a la crisis de
los 40?” (me faltan 3 años para llegar a esa edad). Me permito informarme que
sí, ya la vivo.
Cada fin de semana
vivo aventuras extremas en la bicicleta de montaña. De vez en cuando, más
seguido de lo que pudieran pensar, salgo con mis amigos a divertirme y claro
que me siento bien cuando alguna mujer, generalmente más joven que yo, voltea a
verme con una actitud coqueta.
También es importante
destacar que tengo una esposa y dos adorables pequeños en casa. Que tengo un
trabajo que me llena en lo económico y en lo personal. Que tengo sustentabilidad
y puedo darme ciertos lujos, y que, al final de cuentas, pudiera decirse que me
he realizado como profesionista y persona.
Lo importante es
conocer y afrentar que estamos entrando en una crisis de “cuarentones”. Para no
caer en los excesos y perjuicios de la misma.
No podemos engañar el
paso del tiempo cambiando nuestro trabajo por otro más “riesgoso”. Mucho menos
dejando nuestra mujer por una veinteañera espectacular. Y sería ocioso pensar
que nuestro cuerpo es el mismo que en la juventud y que soportará extenuantes
sesiones de gimnasio o ejercicios extremos.
Tenemos que afrontar
lo inevitable y no permitir que esta etapa nos atrape. Debemos darle
importancia a lo que tanto trabajo nos ha costado conseguir, como lo es la
pareja, los hijos, amigos, trabajo. Debemos recibirla con actitud positiva,
viendo hacia el futuro y no al pasado, disfrutar los logros y no desear los que
en su momento no se obtuvo.
Pero lo más
importante es, al saber que se ha caído en la crisis, el buscar apoyo en la
familia misma, con los amigos, asumir que se tiene un problema e incluso, en
casos extremos, acudir con un profesional para pasar de mejor modo la Crisis de
los 40, evitando los daños físicos, sentimentales e incluso materiales que se
pueden obtener de no afrontar fuertemente esta etapa de la vida.
Muy buen texto y está lleno de razón. Hay que llevar esa fase lo más madura y dignamente posible. Conozco varios casos bastante penosos. Saludos desde el D.F.
ResponderEliminarPilarica
Saludos doña Pilar
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